lunes, diciembre 24, 2007

Mi ciudad dormitorio

Sí, me he criado en una ciudad dormitorio. Se pusieron muy de moda en los 80. Eran lugares cerca de la gran ciudad pero con tranquilidad. Urbanizaciones, piscinas privadas, seguridad, aire fresco. Toda la vida aquí. Sí, está muy bien para criar niños, pero cuando estos niños cumplen los 16 es un puto coñazo. Es la versión española de los suburbs americanos, esos barrios residenciales perfectos llenos de trapos sucios y de gente infeliz que aparenta todo lo contrario. Cuadno yo llegué aquí (tenía 2 meses) esto era un pueblo de clase media de lo más normal. Con el paso de los años se empezó a poner de moda entre los profesionales liberales que no podían pagarse un chalé en alguna zona con más prestigio. Y fueron llegando en masa. Cuando yo estaba en el colegio, no tenía demasiados compañeros ricos. Cuadno estaba en el instituto, esto parecía Berverly Hills. El problema es que la clase media no desapareció. Pero la fama del pueblo (pueblo de 60.000 habitantes, más que, por ejemplo, Soria) se extendió por toda la Comunidad. Así que en la univerisdad yo era el pijo. El pijo, porque si eres de Majadahonda, Ciudad Dormitorio, eres un pijo. Por definición. Un pijo que ha tenido sus primeras adidas con 25 años. Que ha salido 4 veces del país como quién dice. Que le cuesta aprender idiomas porque nunca dio inglés extraescolar.

Los ricos de este pueblo parecen sacados de una novela de Brett Easton Ellis. Son niñatos aburridos, incultos y sin inquietudes que lo han tenido todo desde pequeños y no saben qué es lo que necesitan. Acaban, en su mayoría, viviendo épocas on the wild side. Hasta que sus padres les consiguen un puesto de ejecutivo en el que haberse leído más de tres libros es un problema. Pero eso sí, se han drogado, han vivido como homeless, han terminado tercero de E.S.O. a los 17 años y han viajado a La India y a Marruecos, dónde fumaron hachís en el desierto. Han llevado rastas. Se han pegado con nazis. Lo siguiente será asesinar a alguien para matar el aburrimiento.
El sábado salí por aquí con mis amigos de toda la vida y me encontré con antiguos amigos que han pasado por eso. Y los veo encerrados y perdidos en Majadahonda. Se han conformado con lo que tienen y no lo van a cambiar nunca. Dinero, tres bares, dos camellos, un par de peleas al año, unas vacaciones en Amsterdam para recordar viejos tiempos...

Desde luego la universidad fue un alivio. Salir de Majadahonda sienta muy bien. Aquí no estudia demasiada gente porque para eso tienes que irte una vez al día del pueblo, y a ver quién puede soportar semejante afrenta. Yo me he ido y he vuelto,m siempre he vuelto, porque no tengo esa capacidad de liarme la manta a la cabeza y alquilarme un cuarto mientras malvivo con un sueldo de mierda. Mi ciudad dormitorio me ha hecho sivarita con los años. Ahora no me puedo pirar de cualquier manera.

También tenemos una casa de la cultura que pasa un par de obras de teatro protagonizadas por Lara Dibildos al año, una casa de la juventud donde no hay jóvenes, un ayuntamiento corrupto que ha regalado terrenos a constructoras, un tráfico comparable al de Nueva York, una biblioteca pública que lleva en construcción 8 aós y que no se puede acabar porque no hay dinero, un capítulo en una novela de Terenci Moix (ese maricón catalán se atrevió a reírse de los suburbios en garras de astracán! Y al ayuntamineto no pagó a ningún matón para partirle las piernas!), una mayoría absoluta del PP desde principios de los 90, 5 líneas de autobús a Madrid, otras 3 internas, esclavos latinoamericanos, un premio de literatura llamado Francisco Umbral, una Gran Vía peatonal, 5 institutos públicos, unas afueras llenitas de chalés y algún que otro famosete viviendo su senectud aquí. También tenemos unos cines Renoir que pasan las películas dobladas.

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